La respuesta a esta cuestión exige aceptar tres premisas fundamentales:
1ª. Esta crisis es diferente. Su origen está en una burbuja crediticia-inmobiliaria que al explotar provoca, por un lado, un desplome del valor de los activos y, por otro, deja a las familias, empresas y banca sobreendeudas. La evidencia histórica nos dice que estas crisis son duras y duraderas. El análisis económico y la evidencia empírica nos enseña que las políticas de austeridad (la combinación de recortes de gasto público y devaluación interna de salarios) cuando operan en un escenario interno como el descrito y en un entorno exterior débil, no sólo no sólo no logran sus objetivos –la reducción del déficit y la deuda pública- sino que agravan esos problemas y crean otros nuevos.
2ª. Formamos parte de una unión monetaria a la cual hemos cedido instrumentos de política económica tan importantes como las políticas monetaria, financiera y cambiara. Estas son palancas esenciales para hacer frente a una crisis de esta naturaleza. En este nuevo contexto, el alivio de la carga de la deuda y la solución al problema del sobreendeudamiento bancario y soberano es cosa de dos: de la eurozona y de España. No se trata de implorar, sino de exigir que se haga un uso responsable y eficaz de los instrumentos de política económica en su poder.
3ª. Los “recortes” no son reformas eficaces y duraderas. Son respuestas improvisadas, movidas más por la “necesidad de hacer algo”, los intereses ideológicos y e intereses particulares oportunistas para hacerse con negocios concesionales.
A partir de estas tres premisas, la alternativa a los “recortes” debería pasar por una estrategia económica que combine dos objetivos –la consolidación fiscal y el crecimiento- y opere en un doble nivel de actuación: el estatal y el europeo.
A) Lo que tiene que hacer España
1. Alcanzar un compromiso político y social interno creíble para lograr la consolidación fiscal a medio plazo. Un compromiso que no se puede apoyar en los recortes sino en verdaderas reformas políticas. Muchos de los desequilibrios de las cuentas públicas tienen su origen en decisiones e instituciones políticas del pasado que ahora provocan fuertes presiones al aumento del gasto. Los recortes no van dirigidos a cambiar las fuentes de esas presiones.
2. Poner en marcha un programa de políticas y reformas orientadas a fortalecer el crecimiento, la productividad, la innovación y la capacidad de empleabilidad de las personas. El objetivo debe ser fomentar un capitalismo industrial de riesgo y ventura y la eliminación de actividades concesionales, monopolistas y comisionistas que no están basadas en la eficiencia empresarial y el beneficio legítimo sino en prácticas depredadoras de captura y extracción de rentas que hoy proliferan en la economía española.
3. Crear un clima social favorable al cambio y diseñar una estrategia de reformas que tenga en cuenta los costes de transición de las reformas, a la vez que utilice el liderazgo político no en forma de dictador benevolente sino como instrumento de cambio de las preferencias sociales.
B) Lo que tiene que hacer la UE y el BCE
1. Comprender que la reducción del déficit y de la deuda soberana es una maratón, no un sprint. Cambiar la narrativa sobre las causas del sobrendeudamiento público.
2. Continuar con la transformación del BCE en un verdadero banco central, digno de tal nombre, en la línea con las transformaciones introducidas por Mario Draghi, cuyo efecto más visible ha sido descargar a la prima de deuda de los países sobreendeudados del riesgo de quiebra del euro. Esa transformación del BCE debe ir acompañada de un uso más activo de la política monetaria, tanto para evitar la fragmentación financiera de la eurozona como para favorecer el crecimiento.
3. Poner en marcha un proceso orientado a crear una institución europea que, de forma directa, represente y formule un “interés general europeo”, hoy inexistente.
Anton Costas