El Gobierno tiene una razón poderosa para retrasar la petición de rescate: su dificultad para asegurar el cumplimiento de los objetivos fiscales, tanto este año como el que viene, y para aceptar nuevas condiciones que puedan alentar la contestación social. La dificultad para cumplir los objetivos de déficit público proviene, de una parte, de la carencia de un plan coherente y ambicioso de actuación en materia de gastos e ingresos públicos, y de otra, de la resistencia lógica a avanzar por la vía de la reducción del gasto, que provocará un mayor deterioro de la situación económica y crecientes protestas de la población. La vía de aumento de los ingresos tampoco parece fácil sin cambios profundos en las bases de la actual fiscalidad, pero al final será necesario transitarla. La vía lógica de resolución de estos conflictos es una UEM dispuesta a entender las dificultades, y con una menor obsesión por la austeridad. Pero no es la que tenemos hoy y este es un grave problema adicional.

Rafael Myro