Las semanas transcurridas después de los comentarios al segundo debate sobre si “¿Hay alternativa a las medidas de austeridad? confirman los temores expresados por los analistas que participaron en el mismo. La austeridad a ultranza exigida por la UE para reducir el déficit y la deuda como condición para relanzar el crecimiento no han funcionado. El panorama económico que se desprende de las recientes previsiones de la Comisión Europea para 2013 ratifica los peores presagios. Los pronósticos de Bruselas apuntan para este año a una recesión del conjunto de la zona euro (-0,3%) y a otro año perdido para España con una caída de la actividad (-1,4%); de la inversión (-3,0%) y del empleo (-3,1%). El palo sin zanahoria sólo ha empeorado las cosas.

En su artículo Anton Costas sostenía que las políticas de austeridad “no sólo no logran su objetivos – la reducción del déficit y la deuda pública- sino que agravan esos problemas y crean otros nuevos”. Efectivamente, Bruselas pronostica un repunte del déficit público hasta el 7,2% para 2014.

Sobre este punto, Santiago Carbó indicó que “mantener la reputación fiscal se antoja esencial si España no quiere quedar financieramente aislada”. Y por lo tanto cree que “no parece muy coherente abogar por el abandono de la austeridad”. Establecidas estas premisas, Carbó propugnó, sin embargo, unos “plazos de consolidación fiscal más amplios porque, hasta el momento, el calendario de ajuste es algo asfixiante”.

Antoni Castells, subrayaba que “los ajustes y las medidas de austeridad son necesarios pero no son suficientes ni para restablecer los equilibrios ni para recuperar el crecimiento”. En su opinión el ritmo de reducción del déficit público “puede y debe ser más lento para hacer más llevadero el impacto contractivo en la economía”. En sintonía con esta propuesta sugería que “los países europeos que tienen margen para ello deberían adoptar políticas expansivas de demanda (por vía presupuestaria, o incentivando el consumo privado)”.

Desde una perspectiva más global Castells advertía finalmente que “la historia nos dice que no hay ninguna crisis de sobreendeudamiento que no se acabe solucionando sin un reparto de costes entre deudores y acreedores”.

Encontrar la combinación óptima entre las políticas de austeridad y las de estímulo económico es el gran desafío que tienen ante sí los líderes europeos, especialmente para quien dispone de más poder, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, (BCE). Lejos de recuperarse, Europa sigue hundiéndose en la crisis, con una tasa de paro que este año escalará hasta el 12,2 % en la zona euro y el 27% en España. Las políticas de la UE para salir de la crisis han resultado claramente ineficientes. El debate para diseñar una nueva política fiscal y monetaria es más urgente que nunca si la UE quiere frenar su creciente pérdida de relevancia frente Estados Unidos y los países emergentes y sobre todo recuperar la confianza de los ciudadanos en el proyecto europeo.

Andreu Missé